domingo, 12 de septiembre de 2010

Estereotipo

En estos últimos días por motivos de la celebración del bicentenario y todos esos cahuines he tenido bastante tiempo de esparcimientos con el círculo, refiriéndome específicamente a asados predecibles e impuestos pero agradables y a la entrada típica a la “ramada”. Recuerdo que cuando iba a la escuela pasaba lo mismo: sus trajes de huasos y chinas, comidas típicas, el infaltable asado de vacuno, juegos arcaicos que nadie recuerda que podrían ser emulados en el wii, (excluyendo a los volantines por el romanticismo del juego) exposiciones; como un deja vú, todo igual, siempre lo mismo y los mismos personajes extraídos de este cuento gringo llamado: “simplemente la vida real”. Todos ocupando su rol impostergable tales como: él manda más, la cuidadora, el incomprendido, los dependientes, el pseudo protagonista, los amigotes, podría seguir… tan atrapados en el inconciente colectivo que produce angustia, pero ¿a quién más le importa salvo al que no pertenece a ninguno porque le parece todo igual? No habrá respuesta, es decir verdaderamente ¡a quien le importa! ¿A quién le importa las banderas y emblemas rígidos e impuestos? ¿A quién le importa que los colores de la nación sean solo 3? ¿A quién le importa ser chileno, peruano o argentino? Si al final todos somos entes individuales pertenecientes al planeta tierra con una vida tan diferente al del vecino o hermano sanguíneo… tan diferente pero igual, siempre encajando en el estereotipo para poder sobrevivir socialmente, tanto protocolo y banalidades, pérdidas de tiempo y fe. Andar por este camino sin sentido es tan poco estimulante como ver una película sin contenido sexual o ver cantar a la María José Quintanilla… ¿Cuál sería tu estereotipo?  
Yo Lucho!